viernes, 9 de septiembre de 2011

La expresión del enfado

El enfado es un tema extremadamente interesante, sobre todo en culturas que lo tachan de vergonzoso, como la sociedad occidental (y más al norte, peor). Falta precisar que España no es precisamente, que yo sepa, de estos países que más evitan el enfado. Diría más bien lo contrario: siempre según mi experiencia personal, he notado que enfadarse no estaba tan mal visto socialmente que en muchos países más nórdicos o anglosajones.  Este comentario hecho sin ninguna intención de criticar ni a unos ni a otros: las culturas reprimidas contienen y retienen muchísima violencia mientras las sociedades que lo son menos dejan  el enfado expresarse donde sea y de manera bastante caótica sin resolver siempre el conflicto que lo ha provocado.
Ahora bien, si reprimir el enfado es malo y poco saludable, estallar indiscriminadamente también puede resultar muy injusto y generar resentimiento. No es inútil,  pues, dedicar un momento al asunto.

Una de las flores de Bach más relevante en estos casos sería “CHERRY PLUM” (Ceferesífera) porque trata de las nociones de control y descontrol, del limite entre la educación o cultura y nuestro lado salvaje, que tan mal solemos aceptar; favorece la tranquila conciencia de emociones y sentimientos negados profundamente escondidos.

Efectivamente, cuando nos enojamos,  muchos tenemos la desagradable impresión de perder totalmente los estribos y este hecho nos avergüenza profundamente (además de generar culpa). Sin embargo, al no estallar, nos sentimos pisoteados, cobardes y humillados. Será el problema del ser humano, ¿humillar o ser humillado?

Ni una cosa ni la otra: enfadarse es bueno y saludable siempre y cuando el enfado sea justo y respetuoso; siempre y cuando vaya dirigido a la persona adecuada en el momento adecuado por el motivo adecuado. Y eso es lo difícil, y es allí donde nos equivocamos casi siempre y que nos volvemos, o bien cobardes, o bien injustos.

Para eso, tenemos la Ceferesífera (a la cual  le podemos añadir “HOLLY”,  el Acebo, otra buena flor que trata la rabia y la desconfianza ) la cual nos dice cuando es justo el disgusto y cuando no, por que nos conecta directamente con nuestra intuición, la cual sabe perfectamente si vamos por buen camino. Tomar esa flor es como aclarar la nube negra que nos ciega y oír una voz (la nuestra) que nos susurra de pensar y, después, actuar por que se ven más claramente las raíces del problema, pues del disgusto.

Un enojo no asimilado, no expresado, no aceptado perjudica la salud del que se calla tanto como una bronca  justa y sin sentido afecta el que la aguanta. La razón no puede siempre con todo y, en estos casos, podemos contar con estas flores que nos insuflan el coraje de enfrentarnos realmente, permaneciendo personas equitativas, acordes a nuestra conciencia.


Isabelle TOUSSAINT

Foto: Isabelle TOUSSAINT,
Ilustración: León MARTÍ TOUSSAINT




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