viernes, 9 de septiembre de 2011

Flor y entorno



Los que habéis probado alguna vez la kinesiología aplicada a las flores de Bach sabéis que este método os da las flores que corresponden o bien a vuestros traumas pasados, a las circunstancias actuales (que vendría a decir que es todo lo mismo pero no me explayo) o bien los comportamientos o rasgos de carácter que deberíais "modificar" para mejorar vuestra vida y salud.
Más allá de ello, es interesante recordar o precisar que, a veces, tenemos que tomarlas a pesar de no tener el "defecto" si no porque tenemos que enfrentarnos de muy cerca a alguien que sí lo tiene.
Me explico: os puede salir la flor VINE (la Vid) sin que seáis especialmente autoritario, inflexible o de una intolerancia exagerada. A parte del hecho que nunca nadie reconoce serlo (no es, que digamos, la flor la más positiva del sistema) y que todos lo somos (si no para los demás, en todo caso para nosotros mismos), muchas veces  he podido deducir que el paciente tenía que lidiar a diario contra una persona tiránica (o percibida como tal).
Al tratarse con aquella flor, la persona suele "defenderse" (afirmarse) mejor contra aquél que la "invade".
Desde que he tenido la suerte de trabajar con el sistema de Bach, he podido observar que las flores más frecuentes en esos casos, según mi humilde experiencia, son las siguientes: La Vid (VINE); la Cerasífera (CHERRY PLUM) y  Achicoria (CHICORY).
Ya he comentado brevemente VINE. Hablemos pues de su hermana, la CHICORY. Trata GENERALMENTE de mujeres, madres posesivas que recurren al chantaje emocional para conservar el (pretendido) "cariño" de sus vástagos. Es, pues, una flor en esencia femenina, lo que no impide que los hombres la necesiten; tanto como VINE es más bien una flor masculina que se puede dar a mujeres. He dicho "hermana" porque podéis ver los puntos comunes entre VINE y CHICORY, aunque tienen diferencias importantísimas que no explicaré aquí.
Es, otra vez, una indicación del entorno del paciente, el problema que probablemente tiene con su madre que invade su territorio. En aquel caso, CHICORY ayuda a cortar con el afecto maternal.
La última flor, de la cual hablé ya en otros artículos, es CHERRY PLUM. Es la flor del miedo a enloquecer, a perder el control. Se ve en casos de gente cuyo familiar intentó (o logró) quitarse la vida.
O sea que más allá de la necesidad directa de cada paciente, la flor ayuda también a aclarar el entorno familiar y trata, pues, indirectamente a la persona dañada por la actitud de su familia.
Recalcaré aquí la importancia de las terapias familiares o de las llamadas constelaciones con el fin de aclarar el papel de cada uno/a dentro del núcleo familiar.
A veces, oigo gente decirme “No sirve de nada que haga eso, ya que mi familia no cambiará nunca, mi madre es como es, mi padre también”. No se trata tanto de cambiar a nuestros parientes si no de aceptarles como son protegiéndose sabiamente. Lo que he podido notar es que una vez que un paciente toma flores, su entorno cambia a veces radicalmente, no sólo por la percepción que tiene él mismo de los suyos (que pueden aclarar efectivamente las flores) sino sobre todo porque al ver que alguien se afirma o se “reposiciona”, los miembros del núcleo familiar han de modificar también la actitud y se puede decir que las “invasiones” intempestivas cesan o disminuyen.
Ánimo pues, vuestro entorno no es inmutable, nunca es demasiado tarde, vosotros formáis parte del proceso.

Isabelle TOUSSAINT


Foto: Isabelle TOUSSAINT

1 comentario: